Moliere |
Les aseguro que no sé cómo paso, pareciera como si tuviera vida...pues así fue,
ahí estaba, escondida; una cosa entre todas las cosas, suprimiéndose y esquivando mi vista negligente. Buscaba algo con qué desprenderme del momento, mis motivos no eran releer sino que, a través de ese magnetismo el mismo libro (bueno, fueron dos) me atrajo, se trata de las comedias de Moliere: El avaro y Medico a la fuerza, cuya fuerza satírica y burlesca me atrajo desde el primer momento.
Con "El avaro" me sentía incomodo, hacía 7 u 8 meses que no leía un texto de dramaturgia. Mientras fluían las dos primeras páginas, me cuestione "-¿Esto es comedia? porque ni sonrío, sino que bostezo". Pensaba dejar aquella efímera lectura, pero todo cambió a partir de la tercera página, aunque no literalmente pude reír mentalmente, burlarme de ese avaro ultrajador. Las cosas parecían cambiar, cada palabra era un nuevo aliciente para leer sin respiro y para soltar un suspiro. Comenzaba a entender. Ahora, con "medico a la fuerza" que es más corto me atrajo desde las primeras líneas:
ACTO PRIMERO
La escena representa una selva.
Escena primera
Sganarelle y Martina
SGANARELLE: No; te digo que no quiero hacer nada de eso, y que me corresponde a mi hablar y ser el amo.
MARTINA: Y yo te digo que quiero que vivas a mi antojo y que no me he casado contigo para aguantar tus excesos.
SGANARELLE: ¡Oh, qué gran cansancio es tener mujer! ¡Y cuánta razón tiene Aristóteles al decir que una mujer es peor que un demonio!...
Todos somos Martina, hemos sufrido los golpes e insultos de un hombre o una mujer, es decir la forma de expresión de su inseguridad, pero de esta manera es más fácil ser astutos y dar a cada uno lo que es merecido. Comenzaba a entender...la catarsis que provocan estas magistrales obras, es verse al espejo tal cual uno es, ahí está el objeto, la memoria; evocar y ser consciente de lo que uno es a través de la risa "racional", para corregir dicha inmoralidad.
Les dejo con el poema "Las Moscas" de Antonio Machado
Vosotras, las familiares |
inevitables golosas, |
vosotras, moscas vulgares |
me evocáis todas las cosas.
|
¡Oh, viejas moscas voraces | |
como abejas en abril, | |
viejas moscas pertinaces | |
sobre mi calva infantil! |
Moscas de todas las horas | |
de infancia y adolescencia, | |
de mi juventud dorada; | |
de esta segunda inocencia, | |
que da en no creer en nada, | |
en nada. |
¡Moscas del primer hastío | |
en el salón familiar, | |
las claras tardes de estío | |
en que yo empecé a soñar! |
Y en la aborrecida escuela | |
raudas moscas divertidas, | |
perseguidas, perseguidas | |
por amor de lo que vuela. |
Yo sé que os habéis posado | |
sobre el juguete encantado, | |
sobre el librote cerrado, | |
sobre la carta de amor, | |
sobre los párpados yertos | |
de los muertos. |
Inevitables golosas, | |
que ni labráis como abejas, | |
ni brilláis cual mariposas; | |
pequeñitas, revoltosas, | |
vosotras, amigas viejas, | |
me evocáis todas las cosas. |